28/4/10

TEMAS OBLIGADOS, EL SALVADOR 2010



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San Romero de América.
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Delincuencia y Corrupción.
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Libertad de expresión y democracia.
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La diáspora.
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La cultura salvadoreña y los liberales.
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El derrumbe de la derecha.

Por Max Herrador

San Romero de América.





















Tenía diez años en 1980 y recuerdo perfectamente cuando llegó antes de lo usual a casa mi papá a contarle a mamá que habían matado a Monseñor Romero. Mi madre recuerdo, muy vívidamente, que se vio angustiada y contraída, mi padre nos dijo a la familia en tono de resignación, - Prepárense, va haber guerra…


A treinta años del magnicidio de Oscar Arnulfo Romero, ahora en el año 2010 mi hijo me pregunta ¿quién es ese “Monseñor Romero”?... que tanto se oye hablar en la radio. Y yo le contesto, - Es un hombre santo que luchó por la paz, él es San Romero de América, le dije, protector de los pobres. Entonces, en el cuestionar rápido de los niños me preguntó nuevamente ¿y cuál es su milagro?, y de ahí pensé en compartirles mis palabras, …su milagro, le dije, es resucitar en los corazones y mentes de todas las personas que quieran vivir en paz.

Vaya, me dije después de contestarle a mi hijo, - hoy si tengo mucho que reflexionar esta noche. Para empezar poner las barbas al remojo y tratar de no salir afectado con toda la violencia que vivimos. En conclusión todo lo bueno o malo que seamos en el presente lo veremos corregido y aumentado en las nuevas generaciones. Desgraciadamente la paz por la que monseñor Romero murió allá en 1980, esa paz aun no ha prevalecido en la sociedad salvadoreña, siempre se percibe un ambiente de violencia de irrespeto a los derechos fundamentales de la vida.

Independientemente la ideología que tengamos es una realidad que la muerte de Monseñor Romero marcó un punto de la historia salvadoreña, se definió al poco tiempo la guerra civil abierta, surge el FMLN como fuerza política beligerante opositora al sistema y luego con los años la base política e ideológica de los autores y conspiradores del asesinato de Romero formaron el partido ARENA que gobernó en las dos últimas décadas de nuestra historia.

Sin entrar en polémica es una realidad también que el partido ARENA siempre trata de evadir este tema; sin embargo, la historia los ha condenado a tropel, su máximo líder y fundador del partido el difunto Roberto d´Aubuisson es el principal involucrado en la autoría intelectual de la muerte de monseñor Romero. D´Aubuisson es icónico de la derecha salvadoreña, y en sus discursos que todos recordamos se centraba la idea de, “patria sí, comunismo no”, esta es actualmente la frase fundamental del ideario arenero tanto que son las estrofas iníciales y finales del himno de su militancia.

Para entender y documentarse mejor de este tema recomiendo leer estos dos artículos http://www.elfaro.net/es/201003/noticias/1403/?st-full_text=0
http://www.pagina12.com.ar/imprimir/diario/elmundo/4-141544-2010-03-07.html

El primero es una muy buena propuesta periodística en donde el autor Carlos Dada hace un uso muy adecuado de su posición como periodista reconocido y destacado en el gremio salvadoreño, sus contactos políticos, sociales y hasta familiares le dan una apreciación notablemente calificada, tanto, como para tener gran influencia en la opinión pública, el reportaje “Así matamos a Monseñor Romero” será de aquí en adelante una lectura obligada para quienes quieran documentarse del tema.

El segundo artículo es un buen complemento del primero. En ambos se evidencia la participación de la actual dirigencia derechista salvadoreña.

Sin duda el mayor legado de Oscar Arnulfo Romero es la influencia que ha ejercido en todos nosotros, su mensaje de paz y respeto debe de perdurar vivo en nuestros corazones y mentes, ese es su máximo milagro, por eso es recordado como la voz de los pobres. En lo particular no puedo esperar a que la tal iglesia católica lo canonice, mejor lo santificamos ya y le confirmo a mi hijo que eso ya sucedió para que su ejemplo y sus enseñanzas sean parte integral de los valores de las nuevas generaciones.

Finalmente si acaso este tema causa cierto grado de irritación a algunos que aun no entienden que la paz es una actitud social conjunta que implica respeto a la vida digna e inclusión social, a ellos les deberían de decir que no deben porque sentirse mal o irritados ya que San Romero de América de seguro ya les perdonó, y más bien, deberían de reflexionar de su rol en la evolución social.


Delincuencia y Corrupción.












A usted señor ciudadano presidente Mauricio Funes.


Hasta donde hemos llegado… las estadísticas de la violencia social nos han abrumado… bueno mejor dicho, nos han sobrepasado los límites de lo soportable, estamos quizá en el péndulo, en el momento decisivo en el cual nos convertirnos en Sodoma y Gomorra o, en lo justo que yo quisiera creer, darle al centavo y que nos diéramos cuenta de una vez por todas que ese no es el futuro que queremos para nuestro país, ni tampoco que sea esa la herencia que dejamos a nuestros hijos.

Nosotros los salvadoreños en realidad sí queremos y haremos todo lo que está a nuestro alcance para que las cosas cambien, porque somos más los que queremos vivir en paz y en pleno desarrollo que los que prefieren la vida de lo ilícito y la solución de sus problemas por la vía de la violencia y el mal actuar.

Siempre crecí escuchando el tonto paradigma de: “en el mundo siempre existirán los pobres, y eso, nadie lo puede cambiar”. Actualmente sé perfectamente que esta lógica es un error que nos ha llevado a mantener una postura derrotista ante la solución de nuestros problemas. Pueblos como los suecos, noruegos, finlandeses, daneses, neozelandeses y otros, que no son muchos, han alcanzado desarrollos sociales muy maduros gracias a sus políticas de inclusión social, alta defensa del Estado de Derecho y sobre todo altas dosis de valores sociales, entre los más importantes la verdadera convicción social de que sí se puede vivir mejor, pero para eso hay que construirlo juntos, una sociedad, un pueblo, un país, una región, un mundo.

En El Salvador de hoy en día vemos alarmados los altos niveles de impunidad, más de una decena de asesinatos diarios reportan las estadísticas, sin embargo, leí el otro día en uno de los rotativos “solo uno de cada diez casos se resuelven”, nosotros los de la calle estamos acostumbrados a ver escenas dantescas, en los hospitales públicos, en las ambulancias de la cruz roja y verde, en medicina legal, en fin… el trabajo periodístico de Christian Poveda en su documental “La Vida Loca”, es más que emblemático para describir la realidad que estamos viviendo. Las pandillas o maras se están tomado el país y están evolucionando frente a nuestras narices, parece que todavía no se toma conciencia de ello y las consecuencias que se ven venir son oscuras, tan oscuras que nos da pánico, a lo que concluimos, que a menos de un año de haber decidido nuestro futuro en las urnas como pueblo amante de la paz, estamos en la encrucijada: “en realidad vamos a cambiar o nos seguiremos hundiendo en un abismo sin fin”.

Las extorsiones, los secuestros y el crimen han llegado a niveles sin precedente. Amedrentan a los familiares de los emigrantes en las famosas extorsiones express, hacen llamadas para pedir saldos telefónicos, asesinan para luego extorsionar a los otros miembros de la familia, se distribuye crack y cocaína a granel en lugares donde medio mundo sabe que lo hacen y las autoridades responsables no hacen nada o lo que hacen definitivamente no es suficiente. Tenemos un sistema carcelario que es una especie de universidad para los delincuentes, controlan y dirigen desde allí sus organizaciones criminales, todo a base de las grietas que les ofrece el sistema, es decir, mucha corrupción de jueces, abogados, y porque no decirlo fiscales, custodios de los penales, policías, en fin es una realidad que muchos “estadistas”, líderes de opinión y políticos no quieren aceptar por la sencilla razón que no la quieren atacar desde su raíz, no les interesa erradicar el mal ya que como decimos “si se destapa la olla” temen que también ellos serán salpicados y afectados.

Una triste realidad que todos sabemos consciente o inconscientemente, por eso en el años 2008 cuando el entonces candidato a presidente de El Salvador Mauricio Funes durante su larga, digamos mejor, larguísima campaña electoral prometió erradicar la corrupción fue un foco brillante de esperanza, por fin alguien que promete “el cambio” creíble, un cambio que nos devuelva el Estado de Derecho lo antes posible (lo que ARENA nunca pudo hacer), y que nos asegure de una vez por todas fuertes cimientos para consolidar una sociedad más justa con menos gente pobre y con mas vías de desarrollo.

Le devuelvo entonces la misma carta en resumidas cuentas a nuestro presidente y a nuestra primara dama de la república, les devuelvo el “as” de diamante con el que se vendieron al pueblo salvadoreño para pedir el voto, les recuerdo las palabras del célebre saliente presidente de Brasil, Luiz Ignacio Lula da Silva, a quien sabiamente sus asesores de campaña les aconsejaron asemejarse (como todos sabemos). Lula dijo al recibir el premio que le otorgaba la UNESCO por fomentar la paz (premio Félix Houphouët-Boigny recibido el 7 de julio de 2009), el jefe de Estado brasileño habló de la paz en una forma muy profunda que perfectamente se aplica a nuestro caso salvadoreño: "Construirla (la paz) requiere persistencia y vigilancia. Exige mucho más que dejar de lado las armas. No habrá paz verdadera mientras no se ataquen las raíces profundas de los conflictos, mientras haya hambre, desigualdad, desempleo. Ni tampoco mientras persista la intolerancia étnica, religiosa, cultural e ideológica. La paz en el plano doméstico es tan importante como la ausencia de guerra entre las naciones".

En ese mismo discurso Lula da Silva continuó: "No podemos permanecer prisioneros de paradigmas que han fracasado. La exclusión no es algo inherente a las sociedades humanas, y tampoco es inevitable. En los últimos decenios, predominó la tesis -aunque no siempre explícita- de que el desarrollo era posible únicamente para una parcela de la población. …Cualquier esfuerzo para enfrentar la pobreza y la desigualdad se veía como asistencialismo o populismo, y todavía algunos lo ven así. …La Historia se está encargando de desmentir estas falsas teorías".

Hasta de más está decir que bajo estas macro políticas Brasil es un país que ha reducido su pobreza de forma admirable en periodos de tiempo muy significativos.

En caso de El Salvador definitivamente se necesitan recetas singulares, muy propias de nuestras circunstancias, pero en esencia ahí tenemos la solución, que es: hacer valer con mucha valentía nuestro Estado de Derecho erradicando la corrupción del sistema judicial y autoridades de orden (policía y políticos), transformar las políticas de Estado excluyentes a incluyentes, y finalmente, pero no menos importante el fomento de una nueva cultura del sí queremos, sí podemos ya que somos más los que deseamos vivir en paz y en desarrollo.

Por otra parte es de todos conocido que las maras son organizaciones que han evolucionado a altos grados de sofisticación y por lógica no pueden desmantelarse así de fácil, son una estructura que sostienen un gran aparato de corrupción el cual está muy cómodo obteniendo indirectamente gran parte del dinero que las pandillas ganan de lo ilícito, es decir, extorsionando, robando y de las narcoactividades. Los pandilleros o maras gastan en abogados que los defiendan, sobornan al sistema judicial y a los carceleros en los penales para que les dejen hacer sus fechorías (introduciendo chips, celulares, dándoles espacios para que estén en sus anchas organizando sus atracos), de paso sostienen económicamente sus familias, ya que sus estructuras son funcionales porque ellos sí son incluyentes y atacan sin piedad a la sociedad que los excluyó. Mientras tanto los líderes y lideresas de la sociedad no quieren entender que si seguimos así no vamos a salir nunca de esta encrucijada dolorosa en que nos encontramos. Dejando atrás años y años de falsos valores que versan “que en el país siempre habrán pobres y nada lo podrá cambiar”…

En fin la luna de miel del nuevo gobierno terminó, y ahora a principios del año 2010 ya es hora que tanto la sociedad civil, gobierno y partidos pongan los pies sobre la tierra.

Por lo tanto, yo un ciudadano salvadoreño común y corriente le digo de esta forma democrática y directa lo que muchos sentimos en el diario vivir al señor Mauricio Funes, a su esposa y a su gabinete ejecutivo, el caos está a punto de apoderarse de la sociedad (más de lo que se imaginan) y solamente depende de ustedes detenerlo, tienen que dar los signos por los que muchos votaron por ustedes y esperan ver, deben de tomar sin duda decisiones difíciles, radicales o revolucionarias (como las quieran llamar), decisiones sin precedente así como la problemática en que estamos, pero tengan seguridad que así como un pueblo los eligió un pueblo también los defenderá. Porque de lo contrario quedará su nombre señor Mauricio Funes escrito en la historia como uno de los mas cobardes, mentirosos y farsantes de la política salvadoreña, que se atrevió a jugar con la esperanza de un pueblo. Recuerde señor Funes que los salvadoreños sabemos perfectamente que usted marcó la pauta del cambio que todos queremos, pero si no se atreve a dar esos pasos valientes e inteligentes, vale entonces hacerle esta pregunta ¿para qué quiso ser presidente de El Salvador?.

Señor ciudadano Presidente no tenga miedo somos más los que queremos un futuro de paz, (la paz que predica su muy respetado Lula da Silva) por eso haga de la inclusión social un verbo y no una palabrita bonita en su eslogan y que el cambio que tanto vaticinó sea de una vez por todas el fin de esa cultura de corrupción y compadrazgo que tanto caracterizó a los gobiernos anteriores al suyo.


Libertad de Expresión y Democracia

Para los que crean que El Salvador sí vive plena libertad de expresión y vida democrática, quiero decirles que están totalmente equivocados. La libertad de expresión en un estado social en el cual es necesaria la institucionalización de ciertos actores esenciales para que la garantice y que acá en El Salvador esas condiciones no existen. Por lo tanto la democracia es también un proyecto aun no realizado.

Estamos acostumbrados a entender como libertad de expresión a las informaciones sin censura que los medios de comunicación emiten al público en general y los medios de comunicación por su parte son los paladines de la justicia, la moral y el buen vivir. Si alguien por casualidad se atreve a cuestionar ese orden será condenado por la justicia mediática como una persona que atenta contra la democracia y la libertad de expresión.

Esa es nuestra realidad, no se suele ver la diferencia entre periodista y medio de comunicación se ven siempre como el mismo organismo.

Sin embargo, dentro de toda esta conceptualización se nos olvida el derecho que tienen los ciudadanos de tener una mejor calidad de la información y para eso necesitamos básicamente tres figuras importantísimas para que el juego de la libertad de expresión garantice condiciones democráticas desarrolladas.

La primera es que en El Salvador así como existen colegios de médicos, arquitectos, contadores, ingenieros, etc. Así necesitamos un colegio de periodistas, para que el ejercicio del periodismo sea hecho por profesionales o en su defecto los lectores tienen el derecho a saber si el que les está dando la información es un profesional o no. Lo que nos lleva a la segunda condición esencial para la garantía de la libertad de expresión que es una junta de vigilancia de informaciones periodísticas o un observatorio de medios colegiado, para evitar excesos de pasiones o malas praxis.

Si un doctor en algún hospital privado (caso hipotético) es forzado a recomendar a un paciente una operación para que el hospital sea beneficiado por estos servicios, este doctor por ejemplo, puede ampararse en una junta de vigilancia para que prevalezcan los derechos del paciente y los suyos. En el caso para los periodistas esta figura no existe, por lo tanto están a la merced de los dueños de medios.

Otro ejemplo es lo que vivimos los salvadoreños a principios del año pasado durante el periodo previo a las elecciones presidenciales, municipales y legislativas, en cuanto a la calidad de información que recibíamos de los medios, independientemente la tendencia política de cada persona lo que vivimos fue lo que se conoce como “terrorismo mediático”, a través de un tratamiento informativo se cultivó miedo, pánico y terror al ciudadano común y corriente sobre la suerte que correrían las personas si el partido de izquierda llegaba al poder. Como profesional de la comunicación me pareció anti ético lo que la mayoría de medios de comunicación se prestaron, y lo peor, involucraron en esta mala praxis a los trabajadores de las comunicaciones, llámese periodistas.

http://infomaxorg.blogspot.com/2009/07/cinquera.html

Con esto último cerramos nuestro punto ya que un tercer elemento inexistente en el país para garantizar la libertad de expresión son los sindicatos de periodistas en los medios de comunicación, especialmente los grandes. Acá los dueños de medios son también los dueños de la información y la verdad absoluta, manejando el trato de la información como si fuera su propia finca. Si un empleado no se acopla a su ideología entonces lo despiden y nadie puede velar por sus derechos, esa es una forma indirecta de aplicar la mordaza.

En ningún país desarrollado del mundo los medios de comunicación no tienen sindicatos, es decir, todos, pero todos tienen sindicatos de periodistas, acá en El Salvador no. Si alguien tuviese tales pretensiones sería despedido y tildado de revoltoso, izquierdista, comunista, cuando en realidad velar por los derechos de los periodistas y el derecho a la información nada tiene que ver con alguna postura ideológica política, en fin, son conceptos creados por la misma cultura mediática que vivimos.

En resumidas cuentas los tres elementos mencionados (colegio de periodistas, junta de vigilancia y sindicatos) deben de ser institucionalizados con una visión y espíritu clave para la garantía de la libertad de expresión, teniendo en cuenta especialmente que la información es un bien público, es un derecho inalienable de los ciudadanos y no es una pertenencia absoluta del emisor. Si duda la sociedad salvadoreña necesita evolucionar (periodistas, lectores y medios de comunicación) pero uno de los pasos claves para esta transformación es la conceptualización de la libertad de expresión y todo lo que ello implica, necesitamos como sociedad reflexionar sobre nuestros derechos y obligaciones, que sirva entonces el presente para estos fines.


La diáspora



















El Salvador a diferencia de otros países tiene una población migrante muy nutrida y particular, existen en el exterior más de 3.2 millones de salvadoreños (según datos oficiales estimados en base a registros de las representaciones diplomáticas), esto es un tercio de la población salvadoreña total. Muy pocos países en el mundo tienen estas cifras Cuba por ejemplo, ampliamente criticados por su régimen, tienen un 25 por ciento de su población en el exterior, nosotros tenemos un tercio de nuestros nacionales afuera.

Esto se traduce según datos del Banco Central de Reserva, en remesas que llegan del exterior totalizando $3,464.9 millones en el 2009, unos $322.8 millones menos que en el 2008, esto por la ya de todos conocida recesión estadounidense, pero una vez ha mermado ésta las cifras van en aumento, el mismo BCR informó que las remesas de migrantes salvadoreños registraron un incremento en el primer trimestre de 2010, las remesas familiares acumularon 848,4 millones de dólares, un crecimiento de 0,6 por ciento respecto al mismo período del año anterior. Es decir, más 9.4 millones de dólares diarios que ingresan al país en concepto de remesas.

Lo anterior solo confirma la creciente dependencia de nuestra economía de los emigrantes, quienes por motivos no muy humanos han tenido que abandonar su país y aventurarse valientemente a futuros inciertos. Muchos logran mejorar significativamente sus niveles de vida con respecto a los de sus orígenes acá en El Salvador pero muchos también no lo logran, lo que sí es cierto es que el esfuerzo es poco comprendido, y hasta, mal versado por la clase política salvadoreña.

Actualmente hablar de los salvadoreños en el mundo es hacerse en la mente el icono del dólar ($) y nada más. Los institutos de mediciones financieras como el BCR y las cámaras de comercio e industria, están constantemente monitoreándolos por su potencial de consumo e inversión. Productos nostálgicos para la exportación o inversiones inmobiliarias para sus familiares, en fin, todo promovido desde las políticas de Estado.

La doble moral no puede ser más grande definitivamente, eso es no ponerse en los zapatos de los más de 3 millones de personas que han tenido que exiliarse por motivos ajenos a su voluntad e irse del país muchas veces en condiciones infrahumanas, y ahora, verlos como simples números que oxigenan la vida y la economía del país. Hasta la fecha no escucho ningún argumento o discurso político que dignifique este fenómeno social, ni mucho menos una política clara del Estado por evitar este doloroso paso que tiene que tomar un tercio de nuestra población por tener justas aspiraciones de querer vivir mejor.

Sin embargo, aun sabiendo lo importante que son los emigrantes salvadoreños para el país en sí, la clase política siempre se hace la del “ojo pacho” cuando estos presentan sus demandas. La principal y la mas reivindicativa es permitirles que voten en el exterior, mas de 95 países en el mundo pueden hacerlo pero nosotros no. Siendo esta otra de nuestras verdades insólitas, son ellos muy importantes pero no pueden decidir los gobernantes de su país que tanto ayudan.

A mediados del año pasado estuvo acá en San Salvador Ana Sol Gutiérrez una salvadoreña senadora del Estado de Maryland que ha hecho carrera política en Estados Unidos, reuniéndose con diferentes fuerzas política para promover el voto en el exterior de los salvadoreños en el mundo, pero no vio frutos. Incluso a finales de año pasado se realizó un congreso de los inmigrantes en función de estas y otras demandas a la clase política salvadoreña pero tampoco se vieron resultados concretos al respecto.

Entiendo que existe una comisión que está permanentemente trabajando sobre este tema haciendo “loby” y preparando un proyecto de ley para el voto en el exterior; sin embargo, a la clase política en general no les interesa, saben perfectamente que el discurso político es totalmente diferente a los salvadoreños acá en el país que el discurso de los salvadoreños del exterior, ¿porqué?, bueno, sencillo el hecho de ver otras formas de hacer política de los países desarrollados en donde viven hace que el discurso político salvadoreño sea anacrónico. No creo que las propuestas políticas llamen a votar a una clase de salvadoreños que exigiría cambios de verdad ya que ellos si saben que sí son posibles y no se prestarían a una fidelidad ideológica basada en “más de lo mismo”.

El voto en el exterior asusta a cualquier político (estadista) de las fuerzas electorales llámese partidos políticos acá en El Salvador, ya que en un escenario de una posible elección si los salvadoreños en el exterior pudieran ejercer el sufragio tendrían una gran capacidad de influenciar los resultados electorales. El miedo del poder político estriba en que los electores en el exterior no son maleables a propagandas sucias o engañosas, tampoco se prestarían a juegos populistas de cualquier caudillo.

En conclusión ningún partido o fuerza política se atreve a cerrarles las puertas cuando ingenuamente llegan con su proyecto de ley que les permitiría votar fuera del país; más sin embargo, la clase política salvadoreña en general hace uso de su ya conocida doble moral, es triste ver como les dan una palmadita en la espalda y luego engavetan nuevamente el susodicho proyecto de ley. Nunca van a dar un paso firme en función de concretar las aspiraciones de los salvadoreños en el exterior que tan merecidas las tienen y que tanto ayudaría al país por el valor cualitativo que han logrado desarrollar los ciudadanos en el exterior.

Siempre he dicho que la única forma que la comunidad en el exterior puedan lograr este objetivo es idear una nueva estrategia de presión a la clase política en donde tienen que involucrar a la sociedad civil salvadoreña y formar un movimiento ciudadano con un discurso claro y netamente reivindicativo, se deben así mismo diseñar mecanismos de presión ya que el método del cabildeo definitivamente no les ha funcionado.


La cultura salvadoreña y los liberales

Siempre que se habla de cultura es imposible no ser polémico, el tema llama mucho a las pasiones a partir de que cada persona se identifica con ciertos hábitos y costumbres generalizados, empezamos ahí los conceptos culturales y sus análisis. El libro “La Cultura del Diablo” por ejemplo es uno de estos referentes, José Humberto Velásquez conceptualiza que los salvadoreños somos atenidos y machistas; sin embargo, considero que estos estudios son coyunturales y que la cultura va mas allá de todo esto.

Si entendemos que cultura es la herencia social que recibimos de las generaciones pasadas y que ésta marca nuestros patrones conductuales actuales, entonces, hablar de la cultura salvadoreña es hacer un análisis histórico de los legados sociales heredados por las elites criollas liberales que se asentaron en el país a principios de la república a lo largo de estos dos siglos pasados.

Criticar a los próceres de la patria resulta ser hasta cierto punto cuestionar el estatus quo en que vivimos, ya que ellos y su pensamiento liberal son los cimientos ideológicos de la institucionalidad de este país, pero ni modo, llegamos a un punto en que los males heredados de este pensamiento nos han llevado a las situaciones conflictivas y violentas que estamos viviendo hoy en día, producto de las inconformidades de las grandes mayorías.

En el siglo XIX existieron fuertes disputas entre dos corrientes ideológica conservadores y liberales, las elites conservadoras provenían de las castas monárquicas asentadas en la capitanía general en Guatemala y los liberales representaban el pensamiento renovador fundado bajo la ideología de la ilustración ideal de la revolución francesa que sacudió fuertemente a todas monarquías europeas y sus colonias en aquella época.

Después de la independencia de España, Guatemala siguió siendo conservadora pero San Salvador fue la casa, por así decirse, de los liberales en Centroamérica, por eso nuestro escudo tiene en su centro iluminado el gorro frígido (icono de la ilustración e iluminación). Libertad, fraternidad, igualdad, democracia eran las prédicas de los padres liberales de la patria de esa época, para ellos los ciudadanos gozaban de estos derechos inalienables (carta magna), lo malo, y punto central de lo que hoy padecemos, es que para ser ciudadano había que cumplir ciertos requisitos, que eran usados como filtros para excluir a ciertos segmentos importantes de la población ya que estos no eran “civilizados u occidentalizados”.

http://e-spacio.uned.es/fez/eserv.php?pid=bibliuned:ETFSerie5-967DBEED-A2AE-9B48-28BB-3BA9716292EC&dsID=PDF

El pensamiento de las elites criollas liberales dejó su huella cultural en El Salvador, siendo la máxima herencia la exclusión social. La política de exterminio de los indígenas culminó en los levantamientos del Indio Aquino, y luego, en los levantamientos de 1932 en Izalco. El célebre ex presidente Maximiliano Martínez marcó el inicio de las castas militares gobernantes lacayos de las elites políticas dominantes (liberales). él fue muy bien conocido por perseguir a personas de orígenes orientales y gente de raza negra, actualmente aun es un buen referente en nuestra cultura como sinónimo de orden y buenas costumbres.

Bueno, finalmente llegamos a la famosa frase del vox populi salvadoreño “en el mundo siempre existirán los pobres, y eso, nadie lo puede cambiar”. Esto marca negativamente nuestra cultura como excluyente, traducido a: “el desarrollo no es de todos solo de unos cuantos”. Entonces, tenemos que replantearnos seriamente nuestros valores y transformarnos a una cultura del “sí podemos” cambiar y llevar el desarrollo a todos ya que no hay otro camino para la pacificación de la sociedad.

Espero que tomen este pensamiento en cuenta las nuevas autoridades, especialmente, la nueva secretaría de cultura quienes recién se instalan en sus puestos después de la destitución de Breni Cuenca y otros seis directores.


El derrumbe de la derecha

Con la llegada de Mauricio Funes a la presidencia de la república se marca un punto muy importante en la historia del país, tan importante como los mismos acuerdos de paz o como el asesinato de Monseñor Romero. Las elites liberales que habían gobernado a sus anchas a lo largo de la historia reducen su poder significativamente en el órgano ejecutivo.

Los salvadoreños nos estamos dando cuenta poco a poco que los valores construidos a lo largo de los años nos han llevado a esta hecatombe social que estamos viviendo actualmente. El fantasma del comunismo que mediáticamente se había impuesto para impedir que la derecha saliera del poder es nada más que eso, un fantasma.

Ya nos dimos cuenta que sí hay otros que pueden gobernar bien, no solo las elites criollas pueden hacerlo; sin embargo, aun la maquinaria mediática de los poderes tradicionales están tratando de hacer hasta lo imposible para evitar eso, El Diario de Hoy, La Prensa Gráfica y la Tele Corporación Salvadoreña (TCS) tratan de mostrar una derechización del presidente Funes ante la opinión pública, para hacer ver que la derecha es la que aun gobierna el país y que ellos siempre han tenido la razón.

Los profesionales de la comunicación vemos claramente este juego por el manejo de sus agendas noticiosas, por eso hoy más que nunca son importantes las comunicaciones alternativas para romper el monopolio del periodismo en que hemos vivido siempre, ya que los medios de comunicación social tradicionales se han vendido como los dueños de la verdad absoluta y en realidad no lo son, por eso la gente desconfía de ellos cada vez mas.

La derecha salvadoreña se está quedando sin sus puntos de apoyo en los cuales siempre se habían sostenido, uno de ellos es el estatus quo del ciudadano modelo, es decir, el ciudadano “civilizado occidental” que habían construido como referente, este modelo ha fracasado ante una realidad de alta inconformidad social, por eso el éxodo de más de 3 millones de salvadoreños a otros países para buscar un mejor futuro es prueba inequívoca que el modelo que la derecha propuso a lo largo de la historia es caduco ya que la diáspora continua.

Actualmente para la derecha no cabe un gobernante que sí pueda erradicar la pobreza sin hacer uso de la lógica del rebalse, o sea, la bonanza de unos genera riqueza para los demás, esto ha demostrado que genera cada vez mas exclusión social y oportunidades para pocos; o la lógica de las fuerzas de la oferta y la demanda como controladora sabia del mercado, ya que en realidad es necesario los controles y las regulaciones para evitar excesos de los empresarios voraces ya sea nacionales o internacionales, hasta los mismos Estados Unidos y Europa aplican ahora fuertes controles al mercado.

En resumidas cuentas ya la gente está viendo la realidad, que sí hay otros modelos para llegar al bienestar social, lo único es que hay que construirlos rompiendo los paradigmas que se nos han impuesto como la verdad absoluta. Bajo esta realidad inevitable se encuentra la derecha salvadoreña anonadada por los hechos que se han salido de su control por primera vez, por eso ideológicamente se encuentran en el limbo.

Sus idearios de “patria sí, comunismo no” han quedado sin validez y el himno de ARENA que representa sus puntos propagandísticos se perciben como altamente beligerantes contraproducente para la pacificación del país, resulta la letra hasta chocante para cualquiera independientemente de la corriente de pensamiento que se tenga a estas alturas en el años 2010.



La división de sus militantes y la formación de un nuevo partido de derecha (GANA) pone en evidencia que sus elites no están dispuestas a evolucionar ni a cambiar su discurso lo que inevitablemente los llevará a caminos de la extinción como fuerza política y la historia les pasará encima, lo que es altamente peligroso para el destino del país ya que una izquierda sin oposición significativa podría ser tan peligrosa como la derecha misma a lo largo de los años.